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Aunque en los últimos años se ha incrementado la tendencia de correr descalzo o con calzado minimalista, a día de hoy no hay evidencias que confirmen o refuten la mejora del rendimiento y la reducción de lesiones en los corredores descalzos, sin embargo, muchas de las desventajas que se atribuyen al correr descalzo no están tampoco del todo respaldadas por estudios científicos.

Hay muchas diferencias biomecánicas y constitucionales entre unos corredores y otros, y se ha comprobado que no todos los corredores se adaptan a correr descalzos o con calzado minimalista.
Correr descalzo puede ser beneficioso en síndromes compartiméntales o ciertas patologías de rodilla y/o cadera, debido a que la zancada es más corta corriendo sin calzado, del mismo modo que se ha encontrado un mayor riesgo de fracturas por estrés en pie y tobillo, especialmente en las primeras semanas y con mayor incidencia en mujeres y en personas que no acompañan la transición con ejercicios para la musculatura intrínseca del pie.

Pero ese acortamiento de zancada no es el único efecto sobre la biomecánica que provoca correr descalzo, se ha encontrado también un menor gasto de energía debido a no soportar el peso de la zapatilla y un contacto con el suelo desplazado hacia el antepié en comparación con el contacto de talón que es lo más frecuente en corredores calzados.

También encontramos una diferencia de velocidad de carrera al pasar de calzado a descalzo, siendo muchísimo menor en corredores descalzos, lo que para algunos autores pone en cuestión los resultados que disminuyen el riesgo de lesión en corredores descalzos, atribuyendo este descenso del riesgo más a una carrera a menor velocidad que realmente a una mejor biomecánica de carrera.

Si hablamos de estabilidad durante la carrera, encontramos que empeora en corredores descalzos, existiendo un peor control sobre el movimiento, lo cual supone un riesgo más de lesión, aunque no directamente derivado de la técnica de carrera o la biomecánica.

Uno de los mayores consensos está en que el paso de correr calzado a hacerlo descalzo o con calzado minimalista requiere un proceso de adaptación, no sólo en volumen e intensidad del entrenamiento, sino mediante la realización de ejercicios específicos para preparar la musculatura y articulaciones del pie a una nueva mecánica.

Como conclusión podemos decir que correr descalzo puede resultar interesante como método de fortalecimiento de la musculatura intrínseca del pie, pudiendo incluir sesiones intercaladas dentro de la planificación deportiva o puntualmente como alivio de síndromes compartiméntales o problemas en parte anterior de la rodilla.